26 años han pasado ya, parece increíble, pero un 29 de mayo de 1997 moría a la edad de 30 años ahogado en el Wolf River, afluente del Mississippi Jeff Buckley. Era hijo de un cantante, Tim Buckley y Mary Guibert (que se ha encargado de su legado). Nacido en Los Ángeles en 1966, casi no conoció a su padre, debido a su pronto fallecimiento (por una sobredosis de heroína) siendo él muy pequeño, además de que sus padres ya estaban separados. Cantaba, en el tono de voz, muy parecido a su padre, pero los estilos eran muy diferentes. En 1990 se traslada a Nueva York, y allí empieza a tocar en varios locales, como el café Sin-É, un café muy estrecho del Village. Lo importante no era que Buckley fuese hijo de quien era, casi cantaba como su padre y a la vez no cantaba como su padre. Pronto se empezaría a hablar de él. Sacó un EP grabado en el café citado, que dio mucho que hablar en 1993. A partir de ahí decenas de compañías corrieron detrás de él con el contrato en la mano, y firmó por Sony, grabando un año después Grace, su único disco largo en vida.
Su potencial era enorme, se dice que su rango vocal era de al menos cuatro octavas y media. Su estilo de música se define en dos variantes, por un lado le llamaba el rock, un rock desgarrado de la parte este de New York y por otro lado la vena de cantautor, pero no uno al uso, sino que tocaba con la guitarra eléctrica como si fuese una acústica y se acompañaba con ella, con la que producía momentos de una intoxicante profundidad.
Ya tenía preparado, casi listo, cuando muere, el que sería su segundo álbum, que gracias a su madre conocimos en bocetos muy aproximados de lo que sería su supuestamente producto final, a pesar del perfeccionismo que rodeaba a Jeff. Vio la la luz en 1998 como Sketches for my sweetheart the drunk, y era un disco doble, el primero incluía los temas que seguramente irían en el disco final y el segundo con tomas desechadas, rarezas y versiones de las sesiones de grabación. Antes había editado un álbum en directo de la gira de Grace, titulado Mystery white boy, con un sonido realmente espléndido.
Con su estúpida muerte, metiéndose a nadar a un río donde el baño estaba prohibido, nos dejó muy huérfanos y muy pobres, era un artista tan personal, único y distinto, tenía tanto potencial, que de solo recordar el momento en que me enteré en 1997, y que tardaron una semana en encontrar el cuerpo... me siento triste y me da mucha pena.
Por suerte o desgracia nos queda su legado, algo corto, pero intenso (a mi me dio para un dos programas de radio enteros y podría hacer dos más por lo menos).
Hoy en su memoria voy a poner el tema Morning theft, una joya, otra perla, ya desde el inicio con la guitarra y su voz que te dejan helado, insuperable interpretación de un tema soberbio, tema lento, precioso y de saber apreciar, casi como una cantata de iglesia.
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