Después de un muy buen disco de debut, la banda angelina Mötley Crüe editó su segundo disco de estudio titulado Shout at the devil en 1983. Too fast for love les hizo hacerse un nombre y comenzar a codearse con todas aquellas bandas que estaban dispuestas a ser referentes de una generación. Ni que decir tiene que Aerosmith era una de las bandas referentes para los californianos. Mick Mars, Tommy Lee, Nikki Sixx y Vince Neil eran unos salvajes con una imagen brutal, algo tan desmesurado que llevaban el glam a algo casi grotesco, ya que con su pinta de matones travestidos llegaban a desatar el infierno. Su similitud en las ropas a Kiss era evidente también, aunque sin llegar a maquillarse los rostros.
La portada del disco con el pentagrama sobre fondo negro, no tuvo pocos problemas, ya que organizaciones cristianas decían que el rock era la perdición, así que la tuvieron que cambiar por la de los cuatro miembros saliendo en ella. Pero musicalmente, que es lo que aquí nos interesa, el disco rezumaba calidad e hizo que tuvieran el éxito que merecían.
El tema que daba título al disco y que creó controversia también, comenzaba con los retumbes de la batería, los guitarrazos y ese Shout! Shout! como grito de guerra que desata una trepidante canción llena de fuerza y en cuya letra no hay ninguna invitación a hacerse satánicos (como algunas sectas quisieron hacer ver), sino mandar todo al diablo, en concreto a la sociedad conservadora norteamericana.
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