Una vez terminada su gira de Outside de 1996, David Bowie se introduce en el estudio con el guitarrista Reeves Gabrels, con el que ya colaboraba desde Tin Machine, para encerrarse a grabar el nuevo material inspirados en el sonido de bandas como Prodigy, Underworld o incluso Nine Inch Nails, cuyo auténtico alma máter, Trent Reznor, incluso colaboró en el disco. El trabajo creativo se llevó a cabo en los Mountain Studios de Mountreux (Suiza), durante dos semanas, donde las líneas de guitarra se mezclaban con sintetizadores y equipos de sampleo. Es por eso, que el disco suena muy a rock industrial, como fachada sonora, pero esconde temas realmente sabrosos y disfrutables, de hecho el propio Bowie veía paralelismos entre este trabajo y Scary Monsters de 1980, ambos eran discos agresivos, pero cambiaba el envoltorio. En Scary Monsters, la nueva vuelta de tuerca de aquel momento, se basaba en la utilización de teclados ochenteros con un estilo glorioso dentro de su nueva concepción del rock, pero claro, aquí adaptado a los tiempos que corrían Bowie saca de nuevo su coctelera, y mezcla como nadie, y cómo no, también hay ecos lejanos de la trilogía berlinesa, sobre todo en el asunto de los saxos.
Y aquí es donde El Duque Blanco siempre me ha fascinado, porque un artista genial y grande es aquel que no se amolda a los tiempos, sino que hace que éstos se amolden a él, que no se deja arrastrar por la corriente, sino que es quien la conduce, además de no venderse a modas pasajeras. En ese aspecto recuerdo siempre cuando pinchaba en un garito (en mis inicios de Dj) y los dueños (muy majos) me decían que estilos debían sonar en el local y cuales no (esto lo dejaban muy muy clarito), y el comentario de una amiga bloguera me encantó y me dijo "que no te impongan ellos los estilos, sino sé tú el que impongas los tuyos"... y llevaba toda la razón, si no te conviertes en un robot al servicio de lo que quieren otros y te dejas llevar, así que decidí yo imponer mi estilo y mi rollo al estilo Bowie... salvando las distancias.
Seven Years in Tibet podría ser considerada la balada del disco, con su inicio lento, para luego entrar las guitarras a saco de Gabrels y Plati, con ese muro de sonido industrial, esos cambios de ritmo aderezados por saxos en los descansos, enorme tema.
Os dejo con el tema y vídeo de Seven years in Tibet.
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