El 8 de diciembre de 1980, en el edificio Dakota de Nueva York, Mark David Chapman le pegaba 5 tiros a John Lennon, justo después de haberle pedido firmar un autógrafo (ver segunda foto), el Beatle rebelde, uno de los grandes iconos del siglo pasado, y una de las mentes más prolíficas, talentosas y descomunales que el mundo del arte ha tenido, y el de la música en particular. 37 años ya y yo particularmente le sigo echando de menos.
Su trayectoria con The Beatles impresionante, su trabajo en solitario con momentos espléndidos y otros no tan brillantes, pero siempre en la cresta de la creatividad, excepto en los años de retiro. Su legado es tan extenso, que es imposible olvidarnos de él, aunque en solitario demostrara algún momento de enfado con sus ex-compañeros, en el fondo se querían. El tándem compositivo y vocal que formó con Paul McCartney, tiene pocos, muy pocos rivales.
Su carrera en solitario, es en la que me centro hoy, como pequeño homenaje. John hizo discos realmente brillantes antes de su parón (1975-1979), el primero me parece excelente, y su último disco de estudio, publicado antes de su asesinato, el Double Fantasy, nos mostraba lo que iba a ser el Lennon de los 80, abierto a los tiempos que corrían, pero nos quedamos sin saber su evolución posterior. Juntos Lennon y Ono formaron otro tándem, en cuya base, el músico se basó para dar forma a canciones de su época en solitario, muchas de ellas reivindicativas, como Give peace a chance, hasta la inmortal Imagine.
Tan lleno de altos y bajos, de contradicciones, como de una genialidad desbordante, John Lennon forma parte de la memoria colectiva universal. Hace 37 años nos arrebataron a un pedazo de músico, probablemente su lucha pacifista en un país como EEUU le granjeó no pocos enemigos, aunque según dicen algunos de sus amigos, allí en Nueva York había encontrado la paz. Es increíble a la cantidad de músicos a los que ha influido, su tóno ácido en muchas canciones le daba un carácter especial a sus composiciones.
Como homenaje me ha venido a la memoria el tema Nobody told me grabada en 1980, una de esas caras B que salió en aquel disco Milk and Honey de 1984, póstumo con sus rarezas, una maravilla.
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