En el año 1992, la banda americana de rock sureño The Black Crowes, edita su segundo trabajo de estudio titulado The Southern Harmony and Musical Companion, para mí junto con su debut y el tercer álbum Amorica el trabajo más completo del grupo y porqué no decirlo también, en el que está definido su estilo de una manera más clara y transparente. Digamos que estos tres primeros discos conforman una trilogía impagable por la calidad. La voz de Chris Robinson es oro puro y las guitarras suenan especiales, como si rugieran de una manera brutal.
Si que admito y es cierto, que con respecto al primer álbum muy original y fresco, aquí sufren cierta parada técnica en la evolución, y algunos temas están alargados sin motivo, pero el poderío emocional de las interpretaciones es brutal y algunas canciones son incontestables, las cosas como son. Las influencias de bandas como Faces, Allman Brothers Band, Free o The Rolling Stones (etapa Mick Taylor ojo), se hacen muy presentes con blues, country y southern rock a partes iguales, junto a esos coros souleros en muchos momentos como guinda.
No speak no slave es de los temas que casi cierran el disco, pero si has sido capaz de aguantar hasta ahí, solo puedes rendirte al poderío de esta canción donde las guitarras rugen, mientras la sección rítmica es una apisonadora y Chris canta como una bestia parda.
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