Como dije en varias ocasiones, el nuevo álbum de The Waterboys salió a la venta el pasado viernes 21 de agosto y lleva por título Good luck, seeker. El combo se encuentra en un período muy productivo desde 2015 con Modern blues, un enorme disco, luego siguió Out of all this blue en 2017 con cambios en la fachada sonora, para luego en 2019 con Where the action is, abrir más la paleta con calidad y en un enfoque más experimental, aunque sin abandonar las buenas melodías marca de la casa. Después de esa vuelta al rock que fue el primer single, nos encontramos con un segundo más soul y rock con muchos vientos y coros femeninos, de gran ritmo y excitante. Low down in the room, el tercero era un tema en clave más folk y acústico, volviendo a sus raíces antiguas, una buena tonada. Luego llegó Postcard from the celtic dreamtime, una canción que se arrima más a lo hecho en los dos últimos discos, menos clásico y más experimental y que contaba con la curiosidad de que Mike Scott no cantaba, sino que fraseaba. Luego llegó la canción Dennis Hopper, un auténtico icono de la cultura americana, un mito para muchos al que rinde homenaje Mike Scott con su banda, un tema de buena melodía, rockero, pero al que los adornos de producción me parece que han falseado mucho la idea original de la tonada, por lo que la experimentación puede haberse ido un poco de las manos. Freak street efectivamente confirmó que esa experimentación que parece dominar el disco, hace perder esencia e identidad al grupo, pareciendo otro grupo más si no fuera por la voz de Mike Scott, algo no me cuadra, es una pieza que me dejó bastante descolocado. Lo mismo me sucede con The golden work, ritmos funkys y una voz sincopada casi tratada por ordenador y poco reconocible, que convertían esta canción en un rollo chill out. Ahora tenemos el segundo corte (You've got to) Kiss a frog or two, un medio tiempo que nada entre el soul y el funk y de buena factura, aquí la experimentación sonora va en buena dirección.
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