Doctor Divago, la veterana y excelente banda valenciana ha editado el 8 de enero su duodécimo disco de estudio, que lleva por título Complejo Alquería Frailes 13, que es simplemente la dirección del local de ensayo que utiliza la banda desde 1989. La formación sigue siendo estable desde 2003 con Manolo Bertrán a la voz y guitarra, Antonio Chumillas a la armónica, Edu Cerdá al bajo, Asensio Ros "Wally" a la batería y David Vie a la guitarra.
Mi entrada en el mundo musical de esta banda fue algo tardía, y eso que los vi hace muchos años en vivo en un concierto en Madrid junto a Sexy Sadie en la Sala Arena (año 2000 creo recordar), y me costó pillarles el punto, lógicamente, era mi primer acercamiento sin tener ningún disco de ellos. No fue hasta que empecé a tener mi conexión blogero-valenciana y cuando les volví a ver en vivo en La Boca del Lobo de Madrid cuando comencé a sumergirme en su música, mucha culpa de ello la tiene el bajista de Los Radiadores, Perrín Muchacho Bass, que supo darme las claves para entenderles. A partir de ahí me fui haciendo con sus discos, y comprendiendo el buen hacer y el estilo de un grupo que desde luego es único en su especie, y practica un pop-rock que poca gente, o casi nadie hace en este país. A día de hoy es una alegría enorme cualquier artefacto sonoro nuevo de ellos, y éste no es una excepción.
El átomo de la portada y el título puede dar pistas de por donde van los tiros en el disco, exploración del mundo interior y propio del grupo, además de que puede ser una muestra de todo lo que contiene, es decir, de la mínima expresión a la máxima.
El álbum ha sido producido por Dani Cardona y grabado en Estudio Elefante.
Aún queda vino empieza el álbum, un tema de esperanza y optimismo, con una sección rítmica muy presente y ese estribillo impenitente que se te queda rápidamente. El gemelo malvado es una extraordinaria canción, quizás mi favorita del álbum, un medio tiempo en el que la banda desarrolla lo mejor de si misma, Manolo clava la voz y el acompañamiento instrumental es maravilloso, y esos desarrollos armónicos preciosistas rematan el tema, con ese cello de Victoria García sobre todo. Al cuarto día desata la furia vocal de Manolo Bertrán, otro extraordinario tema que tiene fuerza y garra, que arranca, para y vuelve a arrancar y donde hay unos teclados tocados por Gabriele del Vecchio que dan un adorno preciso de fondo. Engáñame tiene un ritmo lento al inicio y un estilo de película, hasta que coge ritmo y se desata con unos coros muy acertados, la armónica de Chumi, y otra vez ese teclado de Gabriele, gran canción. Un viaje largo junto a la anterior, son canciones que para mi amplían la paleta sonora del grupo de manera distinta, pero muy interesantes, en esta en concreto que es un medio tiempo, la letra es casi un recitado, va a posta a su bola mientras la música está de fondo, hasta el cambio brutal donde todo se une y estalla en un todo fantástico, y ahí la banda vuelve a sacar todo su potencial rockero, otro gran tema.
Los pies en la tierra es un tema clásico en la concepción del grupo, un medio tiempo precioso, con coros bonitos, la armónica haciendo su solo y el adorno de la trompa de Vanessa Juan. El humor vuelve al lado más campechano de la banda, con una letra en la que habla de si sus chistes gustan o no, o si son o no entendidos, si se recurren a los libros de autoayuda o no, etc...
Sonámbulo con un inicio rockero desata de nuevo todo el armamento de la banda, con la voz de Manolo disparando y esa armónica desatada. Todos los cielos son la misma vida vuelve al medio tiempo, de bonita letra y con un desarrollo que va a más, donde los coros tienen un papel importante. Mi querido amigo habla del otro yo, de esa otra personalidad que a veces tenemos por ahí algo fantasmal, buen tema con guitarras que sobresalen. Termina el trabajo con El tercer hombre sobre el ring, con el asunto del boxeo que los que conocemos a Manolo sabemos que es una de sus especialidades, en este caso se inicia con el anuncio de un combate y que se centra en este caso en un árbitro, el mítico Ruby Goldstein (que también fue boxeador de joven) de la época de Rocky Marciano o Joe Louis, pero que quedaría marcado por la pelea de 1962 entre el norteamericano Griffith y el cubano Paret donde éste último perdió el título de campeón y la vida, después de una serie de golpes seguidos que le dejaron mal herido, sin que Goldstein parara el combate, ese error hizo que se retirara definitivamente desde entonces.
Magnífico trabajo de una banda que sigue muy viva y creo poder decir con modestia que me he ido introduciendo en la Familia Divago, como ellos denominan a sus seguidores, de una manera coherente y con admiración hacia su buen hacer disco a disco, canción a canción. ¡Larga vida a los Divago!
Os dejo con el tema y vídeo de Aún queda vino.