Hay discos que son muy buenos, hay otros a los que tienes un cariño especial y hay otros que son tan grandes que no puedes ni ser objetivo con él. Es el caso de Darkness on the edge of town, quizás con el paso del tiempo, las escuchas... y reescuchas... mi disco favorito del Boss, por múltiples razones. Primero porque tiene composiciones alucinantes, segundo porque con esos temas he llorado, reído, me he emocionado, me han motivado, y sobre todo y ante todo esas viejas canciones que tienen ya 38 años, siguen poniéndome la piel de gallina.
Bruce venía de un exitazo con Born to run, tres años atrás, pero empezó el litigio contra su mánager Mike Appel en un proceso interminable. Mientras ese proceso seguía, Bruce se dedicaba a componer y a hacer conciertos. Compuso tanto, que tuvo donde elegir, y las 10 mejores se llevaron la palma. Se puede observar en la caja que salió en 2010, The Promise: The story of Darkness on the edge of town, que su creatividad era gigantesca.
Aquí domina la temática de sueños frustrados, de colisiones frontales y de bruces con la realidad, de cuando te llevas un buen palo en la vida, vaya. Eso, siempre sin renunciar a luchar, por descontado.
La canción que da título al álbum, lo refleja muy bien, pero también musicalmente te da la medida del gran momento en el que se encontraba de conjunción con la E Street Band.
Hoy elijo la versión en vivo de Bruce en 1995 en el Rock and roll Hall of fame en Cleveland, brutal.
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