En uno de
los veranos más infernales que Úbeda (Jaén) recuerda, dos amantes del
blues pantanoso (Pedro de Dios y Carlos Jimena) realizaron un experimento
químico mezclando el canto de la rueda de pozo oxidada de Hound Dog Taylor, la
oscuridad de Skip James, el ritmo hipnótico de John Lee Hooker y R. L. Burnside,
la locura de Screamin Jay Hawkins, la dulzura de Tampa Red, el slide asesino de
Elmore James y la esencia de Son House.
La
combustión fue inmediata, pero las llamas quedaron fuera de todo control cuando
Paco Luis Martos apareció en el laboratorio con un primitivo bajo elaborado
artesanalmente con un barreño de zinc, un palo de madera y una cuerda de
arrancar motosierras. De estas llamas nació GUADALUPE PLATA, un compuesto
diabólicamente adictivo formado por un blues crudo, sucio y serpenteante, con
influencias del blues del Delta del Mississippi y la música de raíces, letras de
amor de ultratumba ladradas en castellano y una electrizante y sudorosa puesta
en escena.
Así en 2009 editan su primer EP de 6 temas
dónde hacen una versión y el resto temas propios. En 2011 sacan su primer largo
y dejan claro que lo suyo va muy en serio. Los discos no llevan título, sólo el
nombre del grupo.
Y en 2013
sacan a la luz su segundo larga duración, Guadalupe Plata en 2013 si queremos
llamarlo así. Y aquí, ya parten la pana definitivamente, ya que no es necesario
atravesar el charco para hacer un blues incendiario, psicodélico y ortodoxo a la
vez, aplicando la misma medicina que en sus anteriores trabajos, pero esta vez
con un toque añadido, y es que es un disco perfecto para hacer giras y tocar en
directo, un disco de carretera y manta, como se suele decir.
El blues del diablo se basa en electrizantes
melodías, con una guitarra dominante, una sección rítmica apabullante y frases
que se repiten como si de una sentencia se tratara.
Lamentos
inicia el disco, casi a modo de intro, con ese aire a bares desérticos y mujeres
crueles, que tanto les gusta. Rezando y Rata te sumergen de lleno en el mundo de
Guadalupe Plata que se instala donde ellos quieren, en un cortijo, en una zona
desértica de México donde se practica santería, se inhala tabaco y se bebe
bourbon, con esa voz de Perico de Dios salida de ultratumba y la guitarra
disparando cual fusil bluesero, sobre todo en Ratas, donde te quedas anonadado.
Oh my Bey es increíble, con ese inicio casi de jazz de la batería de Carlos
Jimena, y esa onda de los Doors cuando buscaban peyote en el desierto, para que
la guitarra le de un vuelco y la convierta en electrizante y siga disparando
ráfagas y ese estribillo que es puro delirio. Demasiado es una pieza menos
caótica y más lineal estructuralmente, sonando a un blues muy muy antíguo. El
funeral de John Fahey es un tema de aires de spaguetti western fronterizo,
siempre con la base pantanosa de fondo. Esclavo es una melodía apabullante, con
la voz de Perico medio sincopada a posta, delicioso tema con ese estribillo
repetitivo. El Blues es mi amigo es otra melodía muy rápida, que parece
desbocada y a punto de perder el control, resuelta de manera genial por el trío.
Voy caminando es un tema en la onda de calaveras y ultratumba que dominan a la
perfección, blues de muertos, con la voz de Perico a tope. Milana es una joya en
si misma, blues descarriado que evoca claramente a aquella película de los
Santos Inocentes (cuando Paco Rabal cuidaba de su Milana) con un riff de
guitarra atronador que se escapa por encima y debajo de los ritmos marcados por
la sección rítmica. Jesús está llorando 2 juega con la voz de Perico y una
distorsión en su justa medida de la guitarra, y ese "mala" repetido varias veces
que te deja loco. No me ama es un tema descomunal, con un ritmo precioso, a
medio tiempo, dónde la guitarra navega feliz, ayudados por una armónica
fundamental. Y se cierra el disco con Santo entierro es el típico tema de
ultratumba que cierra a paso lento, casi de procesión de semana santa, y con
silbidos incluidos, un disco glorioso.
Este trío no
busca ni darle la vuelta a un estilo invariable, ni nada por el estilo, ni
tampoco apelan a la originalidad, aunque cuidado que para mi son la mar de
originales en algunos aspectos, pero ante todo suenan muy veraces y con la carga
estética de una base clásica metida hasta el tuétano.
No sé que pacto han hecho con el Lucifer, pero
son una de las mejores bandas que tenemos en nuestro país, y que les pongan
velas en Úbeda, porque son grandes no, muy muy grandes.
Este post fue escrito por mi originalmente para Exile SH Magazine y ahora reposa en mi espacio.
Os dejo con el vídeo de Esclavo.
Los grandes grupos se crean a base de riesgo y nuevas apuestas, y Guadalupe Plata son grandes por eso. Su lectura de blues es genuinamente española, más bien andaluza, con todo el vareo de los olivares mecido por el viento del delta de Mississippi. Si se mantienen en su propia lectura van a llegar a donde quieran.
ResponderEliminarAbrazos boy,
JdG
Javier de Gregorio: Desde luego y ellos arriesgan mucho, ya de partido haciendo un estilo que no es ni de masas, ni está de moda, y nunca ha sido generador de millones de ventas creo, pero con su personal apuesta que como bien dices mezcla olivares y el delta del Mississippi de una manera gloriosa.
EliminarAbrazos.