Rafael Berrio, el cantautor donostiarra, murió ayer en su ciudad natal San Sebastián, a los 56 años, víctima de un cáncer de pulmón que padecía hace tiempo. Hablamos de un letrista y guitarrista que tocó con Poch en los 80 y formó parte de bandas como UHF, Amor a Traición o Deriva, para luego ya empezar su carrera en solitario. No seré yo quien diga que era un fanático del artista vasco, le conocí con Paradoja, su disco de más éxito, y a partir de ahí le vi una vez en directo, quedando claro que se trataba de un artista que le gustaba pasar desapercibido y ser un músico de culto, convirtiendo sus actuaciones en una reunión de unos pocos que iban a verle. Hoy mismo y gracias al amigo Addison de Witt, he escuchado 1971, un disco que cuando le vi en vivo, lo desgranó bastante (y no tuve la oportunidad de comprar), yo pensé que quiso hacer que esos temas anteriores vieran más la luz a partir del éxito de su disco de 2015, hablamos de un éxito nacional de darse a conocer al gran público, tampoco de nada exagerado.
1971 es el primero de sus cuatro trabajos en solitario y en él se demuestra la esencia de Rafael, unas letras tremendas, que dominan los temas y cuya música se adapta o se arregla en función a ellas, bien con estructura de rock (las menos en este disco), en plan acústico, con cuartetos de cuerda, etc.... Sus influencias de Lou Reed son claras, también las de cantantes como Serge Gainsbourg, o incluso George Brassens.
Es curioso comprobar como en temas como Simulacro, es casi visionario de su momento final. Pero desde luego sus legados escritos son de un nivel extraordinario y para gente leída sin duda. En el tema que iniciaba el álbum, Cómo iba yo a saber, de tono acústico, era casi como una declaración de personalidad y de definición de sí mismo.
Os dejo en un pequeño homenaje con la interpretación de Cómo iba yo a saber en unas sesiones ilegales en 2013 en el Colegio de abogados de Bilbao.
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