lunes, 13 de julio de 2015

Ayer se nos fue Javier Krahe.



Ayer murió en Zahara de los Atunes (Cádiz) de un infarto al corazón Javier Krahe, cantautor mítico de este país. No voy a hablar de sus discos que no tengo, ya que realmente sólo dispongo de La Mandrágora, aquel mítico álbum que hiciera a pachas con Joaquín Sabina y Alberto Pérez y que tanto significó para muchas personas de una generación concreta, en una época como el principio de los 80, grabado en los sótanos del bar del mismo nombre. Para mi un trabajo imprescindible que aún a día de hoy suena en mi reproductor y que tanto le ha gustado siempre a mi padre, que me lo pide cada vez que se tercia.
Krahe nació en Madrid en 1944, y contra lo que pueda parecer por su posterior actitud vital y artística y sus ideales políticos (muy de izquierdas), se crió en el barrio de Salamanca y fue alumno del colegio del Pilar. En una entrevista comentaba que se sentía madrileño hasta la médula y como anécdota contaba él mismo: "Yo me identifico con Madrid. Viviría en cualquier barrio. Todo es Madrid. Mi mujer decía, cuando estábamos en Prosperidad, que quería irse más al centro, con nuestra hija. ¿El centro? Pero si esto es el centro..."




Canciones cultas, llenas de ironía, el propio Joaquín Sabina admitía que le plagiaba, porque plagiar a sus maestros (como Dylan también) es una obligación, como ha comentado muchas veces. Su amor por la poesía le hacía jugar con la métrica y las rimas, y así servir de referencia a tantos y tantos músicos y cantautores. Hablamos de un tipo muy cercano y sobre todo veraz que se desnudaba abiertamente en sus temas, siempre me llamó poderosamente la atención de muchos títulos de sus canciones como "No todo va a ser follar".
Siempre le gustaba hacer conciertos en sitios reducidos, en formato pequeño, donde más se puede apreciar al artista.
Su manera de ser libre e insobornable también le provocó momentos tristes, como el de ser el primer artista de la democracia en ser censurado, por aquella canción que criticaba a Felipe González titulada Cuervo ingenuo.

Con ese tema os dejo, cuya música era del tema Burdo rumor al que le cambió la letra.


4 comentarios:

  1. Y la que formaron por lo de como cocinar un cristo ?

    Pues si con esa cancion hubiera criticado a la derecha , se hubiera tenido que exiliar entonces.

    Grande Krahe , como les jodistes .

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    1. Orlando: Bufff no he querido mentarlo porque a él mismo le dolió mucho ese tema, y le dolía recordarlo, le hizo pasar malos ratos.
      Un grande, sin duda, por eso había sectores socialistas que no le tragaban, porque en vez de meterse más con la derecha (que ya lo hacía) lo hizo con Felipe...

      Saludos.

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  2. Tuve la inmensa suerte de conocerle personalmente, gracias a un grupo de amigos de mi colegio (los hermanos Camúñez, no del Pilar) que le trataban desde hacía tiempo y que coincidían también con él durante los veranos en Zahara de los Atunes. Asistí a varios de sus primeros conciertos en La Mandrágora con Sabina y Pérez y (solamente) una noche terminamos con él hasta las tantas en la Plaza Mayor. Después le vi en una memorable actuación en el Teatro Español, también con los Camúñez, y en el kiosko grande del Parque de Berlín donde solía acudir muchos días a tomarse sus cañas, ambos eramos entonces vecinos de la Prospe. La última vez que coincidimos casualmente fue una mañana temprano en el hall de un hotel de Zaragoza.
    Un gran tipo, un gran músico. Un madrileño de los que ya no se fabrican, afable, simpático, iconoclasta, brillante, de aquellos personajes irrepetibles de los que Baroja hablaba en sus Memorias en los años 20 y que, afortunadamente, se prolongaron alguna generación más.
    Gracias por todo, chaval.
    Abrazos,
    JdG

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    1. Javier de Gregorio: Pues como me alegro de que le conocieses y te corrieras alguna juerga con él. Seguro que era un tío la mar de fantástico y que diría cosas muy interesantes.
      Un madrileño de los de pura cepa, que pena que se nos vaya relativamente pronto.
      Un tipo único en su especie, y un gran músico.

      Abrazos.

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