En el año 1970 saldría editado el segundo trabajo de The Stooges en el sello Elektra, otro fracaso comercial en la época, pero como en el caso del primer álbum, lo que hacía el grupo que ni ellos mismos sabían por donde se andaban, sería revolucionario e influyente al máximo, adelantados a su tiempo e incomprendidos. Para este segundo disco producido por Don Gallucci, teclista de los Kingsmen, donde hubo viaje al Oeste y que se grabó en California, hasta donde la compañía trasladó a los cuatro miembros de la banda, a los que ayudó tocando el saxo tenor Steven Mackay, no se escatimó. El productor, intentó conseguir que la banda sonara en estudio como lo hacía en directo, con su sonido crudo y salvaje y por momentos eso se nota mucho, pero aquí hay más cosas, ese rock garagero proto-punk de los que ellos se hicieron santo y seña, pero con ese punto psicótico que sólo un personaje icónico como Iggy Pop sabía darle, donde bramaba, gritaba, incluso aullaba sus proclamas bajo ese manto musical que le proporcionaban los hermanos Asheton, Ron a la guitarra y Scott a la batería, y como no, Dave Alexander al bajo, lleno de tensión nerviosa en unos casos, de ritmos penetrantes en otras que se te van metiendo hasta el túetano y ritmos perturbadores completamente donde poder zambullirte y querer perder el control. Qué gran banda de delincuentes musicales.
Si el primer álbum era ya una bomba de relojería, éste pasa a ser la máxima expresión del estilo que la banda llevaba dentro y que dejaba atónitos a todos aquellos que les veían en vivo, a pesar de que muchos conciertos eran caóticos. Este disco en una palabra deja en pañales al primero, que ya tenía un punto abrasivo, es decir, va mucho más allá. Una experiencia única que recomiendo, a todo aquel o toda aquella, que no la haya descubierto, y que por favor lo haga a la mayor brevedad posible.
El álbum se compone de 7 temas, el primero de ellos, Down on the street, es de lo más garagero y punk, además de sucio y grasiento, una canción que cuando cambia el ritmo y mete caña es de lo más flipante que hayas escuchado, se me sigue poniendo la carne de gallina al oírla y pincharla. Loose sigue por la senda marcada, riffs incendiarios iniciales de guitarra y nos sumergimos en un ritmo completamente perturbador, del que una vez empapado ya no podrás salir, con unos cambios de ritmo descomunales. T.V. Eye con los gritos de Iggy es indescriptible, el proto-punk en toda su expresión, y es una canción que puede demostrar muy bien lo que era la banda, ya que con un ritmo primitivo, ellos no eran grandes virtuosos, consiguen establecer un sonido nuevo en el que La Iguana de Detroit se mueve como pez en el agua, y se monta su película y escupe la letra. Dirt remataba la primer cara como la primera parada después de la furiosa tormenta del inicio, se trata de un blues de tintes tremendamente psicodélicos, que va a un ritmo casi cansino, pero que no cae en la nada, ya que no cesa y en ese trance y lisergia Iggy va enguyendo la canción, nunca perder de vista el solo de Ron en este tema.
Y empezaba la cara B con 1970 tiene una de las secciones rítmicas más brutales que yo haya escuchado desde el inicio, con Scott Asheton a la batería y Dave Alexander al bajo realmente descomunales (hay base de jazz ahí) y que se me emparenta con la base rítmica de la Jimi Hendrix Experience, hasta que sale la guitarra wah wah de Ron Asheton, mientras Iggy ha estado todo el tema berreando y culmina con el saxo enajeado de Steve Mackay que se cuela no sé como, realmente superlativo, amigos esto es rock and roll en grado máximo. Fun House, el tema que da título al trabajo descoloca al principio con el saxo, pero le acompaña el ritmo de la banda que tiene un feeling brutal, aunque todo se desboca en una duración de siete minutos y pico, parece una jam session donde el free jazz navega a sus anchas, maravilloso, mientras Iggy sigue cantando, gritando, sintiendo. L.A. Blues acaba el disco, un tema de locura sónica, donde los gritos del inicio y el chirriar de instrumentos es un caos absoluto, aquí lo que hay son ya fieras desatadas sin control, no hay estructura lógica alguna.
El otro día hablaba del primer disco de la Velvet Underground, que tampoco vendió casi nada, pero los pocos que la compraron montaron una banda, aquí podemos aplicar algo parecido, lo de este álbum era tan revolucionario, que pocas mentes le pillaron la onda en su día, eso si, influyó a tanta gente, que solo por eso ya está en un pedestal de la historia de la música. Es por esto, que tanto aquel como éste son discos que se adoran, no se pueden cuestionar, ya que son los cimientos sobre los que se sustenta gran parte del rock and roll.
Os dejo con el tema Loose.