El irlandés Gary Moore fue un músico excelente y un enorme guitarrista, con dos etapas diferenciadas en su carrera. Una primera rockera dónde tocó en varios grupos (Skid Row), aunque la más importante fue su incursión en Thin Lizzy, y ya con su carrera en solitario dónde en los 80 alterna su faceta más cruda con el rock melódico. Y la segunda etapa, es cuando a finales de los 80, se adentra en una de sus influencias de siempre, el blues.
Pero hoy hablo de su cuarto álbum de estudio Victims of the future, con ese rock duro que ya venía del anterior disco, pero donde había una tremenda balada tirando al pop, Empty rooms, que volvería a grabar en 1985 en Run for cover.
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