Badfinger, la banda galesa, es un caso de esos que no deberían prodigarse mucho en el mundo musical, sí por el lado musical en el que eran extraordinarios, pero no por las alimañas que se aprovecharon de ellos y no les permitieron disfrutar de las ganancias de sus merecidas ventas.
Inicialmente llamados The Iveys, fue Ray Davies quien se fijó en ellos y les produjo algunas maquetas, y luego apadrinado por George Harrison y Paul McCartney, fueron los precursores del powerpop en su país, un grupo fiel a su estilo, sonido y de gran calidad en sus composiciones, totalmente opuesto al rock sinfónico reinante en la época. La banda tuvo éxito comercial, a principios de los años 70, y tuvieron un contrato con Apple Records, el sello de los Beatles, y luego con Warner. Pero una serie de problemas con sus sellos, que venían de sus mánagers, hizo que no recibieran dinero de sus ventas, pese a su éxito, por lo que tuvieron problemas económicos serios, que llevaron a dos de sus miembros al suicidio en 1975 (Pete Ham) y 1983 (Tom Evans).
Editaron dos trabajos en 1970, el Magic Christian Music y luego el mítico No dice, ambos de una factura sublime. Y en 1971 su tercer trabajo fue Straight up que contó como productores con George Harrison al inicio, aunque todo el peso final lo llevó Todd Rundgren, en un trabajo de powerpop de altos vuelos.
Editaron dos trabajos en 1970, el Magic Christian Music y luego el mítico No dice, ambos de una factura sublime. Y en 1971 su tercer trabajo fue Straight up que contó como productores con George Harrison al inicio, aunque todo el peso final lo llevó Todd Rundgren, en un trabajo de powerpop de altos vuelos.
Day after day era un temazo incluido en este disco, melodía, estilo y Pete Ham cantando de maravilla.
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