Hace ya mucho tiempo que escucho discos canción a canción, y los voy descubriendo poco a poco, y con éste álbum de Peter Perrett me pasa una cosa algo inusual, y es que cada tema que he ido escuchando me sumergía en un estado de placer para los oídos difícilmente explicable, como hacía mucho que no me sucedía con un artefacto sonoro, por lo que al final es de los que si escucho el álbum entero del tirón, eso en mi caso significa que me ha llegado mucho.
El songwriter británico Peter Perrett es un caso digamos único en la música, algo maldito sin duda y que tuvo su período de efervescencia con su banda The Only Ones en el período que va de 1978 a 1984. Múltiples problemas de drogas, que pareció superar, un disco como The One en 1996 y ahora pare un trabajo con sus dos hijos tocando con él (uno el bajo y otro la guitarra), y que realmente es una maravilla. Un disco con aires innegables de la Velvet Underground y Lou Reed que sobrevuelva a cada estrofa y acorde, pero ante todo deliciosas composiciones de una calidad indudable, y que conforman una de las más agradables e inesperadas sorpresas de este 2017.
En una de las etiquetas promocionales se anuncia a Peter Perrett como uno de los últimos grandes poetas, y es muy cierto que es un auténtico juntaletras de nivel, porque además en sus fraseos dice lo que quiere, muchas veces saliéndose aposta de la melodía.
Comienza el álbum con el tema que da título al mismo, una locura con guitarras hawaiianas, y donde Peter despacha su letra, un medio tiempo apacible, delicioso y que cala, y esos solos de guitarra preciosos. Seguimos con An epic story con una arrebatadora melodía que va girando, cambiando y volviéndose realmente gloriosa, de esas a las que te enganchas y no te sueltan, qué maravilla. Hard to say no suena de otro tiempo, de otra época, antigua y casi de una película de western, con esos coros a los que les falta el viento desértico acompañando que ya sería la repera, otra joya. Troika actualmente es mi favorita (todo el disco lo es), pero este medio tiempo tiene la cualidad de que te va envolviendo y una vez sumergido en su melodía ya es imposible no sentirte en la gloria. Living in my head es el tema más psicodélico y largo en duración del trabajo, y con un solo de guitarra que me encanta, una pieza de las que adornan de manera innegable un gran disco.
Man of extremes vuelve a la senda de los primeros temas, empezando pausado hasta que coge ritmo y desata otra melodía fantástica, a estas alturas el que no esté enganchado al disco que no siga, ya debería haberse puesto de rodillas. Sweet Endeavour sigue en una línea altísima, otra absoluta maravilla donde la guitarra dibuja líneas, pero cuando coge ritmo vuelve a desatar una melodía de otro planeta, otro de mis temas muy favoritos del disco. C Voyeurger es un tema muy en onda Lou Reed de la época Velvet, acordes lentos y su voz que arrastra al cantar y esos redobles de batería que acompañan detrás, quizás el tema más lento del álbum, y aún así atrapa con ese solo de guitarra etéreo. Something in my brain vuelve a coger ritmo, con una deliciosa melodía y esa guitarra que se torna en protagonista casi ocultando la voz de Mr. Perrett, que gozada. Take me home a modo de despedida cierra el disco y a lo grande, tonada fantástica que con ritmo algo arrastrado y esa guitarra circular, nos lleva a casa como dice la letra, después de este viaje magistral por la galaxia sonora que se nos ha propuesto.
Discos como éste deberían salir más a menudo, pero el amigo Perrett no se prodiga mucho, esperemos que la próxima vez no tarde tanto porque este trabajo es de lo que se quedan en la cabeza mucho tiempo.
Os dejo con el tema Sweet Endeavour.